Soy esa clase de blogger que —vergonzosamente— nunca actualiza el blog. Y es que, cuando no estoy tomando clases de pilates, ballet, entrenando o planificando mis clases, básicamente estoy durmiendo. Pero cuando descubres que tienes talento para algo relacionado con el ballet a los 30, tienes mucho con qué ponerte al día.
Es una enorme responsabilidad crear rutinas divertidas y a la vez seguras, sobre todo para personas con lesiones y/o principiantes. Mucha expectativa y presión involucradas, momentos de agotamiento y de: “¿Pero quién soy yo y qué diablos estoy haciendo?” Sumen a eso los días en que, como venezolana, ni siquiera quiero salir de la cama (si ven las noticias tendrán una idea).
Pero ver a la gente salir de mis clases con una sonrisa en el rostro hace que todo valga la pena. El cliché es real: te sientes más vivo cuando estás haciendo algo que amas, y he de añadir: incluso si ni siquiera soñaste con eso. Ya lo dijo Mr. Emerson: What you are comes to you.
Casi duele ver todo el maquillaje y la ropa que no tengo oportunidad de usar en este momento, y este lindo proyecto del cual estoy orgullosa, prácticamente abandonado. ¡No más! Así que atentas a todas las cosas divertidas que tenemos por delante!
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