Por ser una ciudad predominantemente gris, São Paulo obliga a sus habitantes a inventar y redescubrir la belleza a partir de lo inusitado. Cualquier espacio público se convierte en una galería de arte en potencia, lista para recibir color y exhibir las más diversas formas de expresión. Y justo eso es lo que más amo de vivir aquí.
Los domingos la Paulista, avenida principal de la ciudad, cierra el paso automovilístico y se convierte en un kilométrico parque. Quería estar cómoda para pasear un rato, pero ésta vez sin recurrir a mis amados Keds, así que opté por estas mules de tacón grueso.
Todo lo que ven acá lo compré en outlets o lugares súper económicos, lo que demuestra que con un poco de paciencia, suerte (¡y mucho ojo!) es posible encontrar piezas en tendencia a precios amigables.
¡Que tengan un feliz comienzo de semana!