Las faldas y vestidos plisados forman parte de esos clásicos que siempre vuelven; lo genial es que le quedan bien a todas, así que es una inversión que vale la pena considerar.
Me enamoré de ésta de cuero falso en un outlet, y usé mis dudosas habilidades de costura para transformarla de talla G a S. El tono tabaco la hace menos predecible que, digamos, negro, pero aún así funciona como neutra y es súper versátil.
Éste fondo gris no fue precisamente la mejor idea para las fotos, porque mi top ya es gris, pero en ésta ciudad ni tan tropical la luz brilla por su ausencia más de lo que me gustaría, aparte teníamos poco tiempo para tomarlas antes de que el sol se fuera por completo.
Opté por ésta blusa tipográfica para un resultado menos girly y formal, pero no quise renunciar a los tacones con detalle en dorado, pues combinados con el color de la falda resaltan mucho, en las fotos no se aprecia, ¡pero les juro que en vivo y directo sí!
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