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En 1962 Andy Warhol presentaba una serie de treinta y dos lienzos de sopa enlatada alineados en la pared de una galería de la misma manera en que el producto se exhibe en un súper mercado, a la par que enviaba un claro mensaje sobre cómo el arte se había convertido en otro objeto mundano para el consumo de las masas.
Mi primera reacción al ver la colección debut de Jeremy Scott para Moschino inspirada en Ronald McDonald y Bob Esponja fue de auténtico fastidio. Es Moschino y tenía que tener un toque trashy, pero el bolso de cajita feliz y las papas fritas me parecieron tan literales y poco originales –Kathrin Baumann ya lo había hecho en los noventa– que por un tiempo no pensé más en el asunto, hasta que hace poco, revisando las fotos de la pasarela me di cuenta de que el tipo realmente es un genio.
Aunque la mayoría de las prendas parecen estar diseñadas exclusivamente para Anna Dello Russo (quién por cierto también usó un vestido de sopa de tomate Campbell) y aún no supero el horror que me causaron esos matching sets y abrigos con la cara de Bob Esponja, sucede que estoy empezando a apreciar la ironía detrás del concepto del nuevo director creativo de Moschino sobre el modo en que consumimos la moda en la actualidad: servida en una bandeja como comida chatarra para ser devorada rapidamente. Es tan absurda que puede convertir una simple camiseta de algodón de $164 que literalmente dice “Querías una camiseta Moschino y aquí está” en el próximo objeto del deseo. Y aún así nos encanta.
Pero no a todo el mundo “le encanta”
Los distribuidores compraron todo y la colección se agotó, pero los empleados de McDonald’s no encontraron nada chic en sus uniformes y acusaron a la marca de burlarse de ellos, mientras que Scott dijo que sólo se estaba divirtiendo. Según rumores Warhol pintó la lata de sopa simplemente porque le gustaba tomarla.
Pero Scott no es el único diseñador mezclando lo foodie y el consumismo con la moda
Chanel presentó un bolso en forma de cartón de leche con perlas durante ese show en el que la pasarela era un supermercado gigante y Cara y Rihanna fingían estar comprando sus víveres.
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Por su parte, Anya Hindmarch, la inventora de la famosa “I’m not a plastic bag” creó estos clutches de caja de cereal que usaría si no estuvieran hechos de piel de serpiente…y me sobrara el dinero, claro está.